viernes, 11 de diciembre de 2009

BEAUTIFUL CREATURES, Capitulo 7

BEAUTIFUL CREATURES
Capitulo 7
Traducido por Sawi.

9.12
GREENBRIER.

No lo hagas.

Podía oír su voz en mi cabeza. Al menos pensaba que podia.

No vale la pena, Ethan.

Lo hacia.

Ahí fue cuando empuje mi silla hacia atras y corrí por el pasillo tras ella. Supe lo que había echo. Había escogido un lado. Estaba en una diferente clase de problema ahora, pero no me importaba.
No era solo Lena. Ella no era la primera. Los había visto hacerlo, toda mi vida. Se lo hicieron a Allison Birch cuando su eccema se puso tan mal que nadie se sentaba a su lado en la mesa del almuerzo, y al pobre Scotter Richman porque era el peor tocando trombón en toda la historia de la orquesta sinfónica de Jackson.

Aunque nunca había tomado un marcador y escrito PERDEDOR a través de un casillero por mi mismo, me había limitado a observar, un montón de veces. De cualquier manera, siempre me había molestado. Solo que nunca lo suficiente como para salir de la habitación.

Pero alguien tenía que hacer algo. Toda una escuela no podía solo acabar con una persona así. Todo un pueblo no podía solo acabar con una familia. Excepto, por supuesto, que ellos podían, porque lo habían estado haciendo siempre. Tal vez por eso Macon Ravenwood no había salido de su casa desde antes de que yo naciera.

Yo sabía lo que estaba haciendo.

No lo sabes. Crees que lo haces, pero no.

Ella estaba allí en mi cabeza de nuevo, como si siempre hubiera estado allí.

Sabia a lo que me iba a enfrentar el día siguiente, pero nada de eso importaba para mi. Lo único que me importaba era encontrarla. Y no podría decir si esto era por ella o por mí. De cualquier manera, no tenía opción.

Me detuve en el laboratorio de Biología, sin aliento. Link me miro y me lanzo sus llaves, sacudiendo su cabeza sin ni siquiera preguntar. Las atrape y continúe corriendo. Estaba bastante seguro de saber donde encontrarla. Si tenía razón, ella había ido a un lugar donde nadie iría. Al lugar donde yo hubiera ido.

Había ido a casa. Incluso si su casa era Ravenwood, se había ido a su casa en Gatlin.

La Ravenwood Manor apareció frente a mi. Se levantaba sobre la colina como un reto. No estoy diciendo que estaba asustado, porque esa no es exactamente la palabra para ello. Yo estaba asustado cuando la policía toco a la puerta la noche en que murió mi madre. Estaba asustado cuando mi papá desapareció en su estudio y me di cuenta que en realidad, nunca volvió a salir. Tenía miedo cuando era un niño y Amma se puso oscura, cuando descubrí que las pequeñas muñecas que hacia no eran juguetes.

No tenía miedo de Ravenwood, incluso si resultaba ser tan espeluznante como se veía. Lo inexplicable era una clase de presunción en el Sur; todo pueblo tiene una casa embrujada, y si le preguntabas a la mayoría de los habitantes, al menos un tercio de ellos han visto un fantasma o dos en su vida. Además, he vivido con Amma, cuyas creencias incluyen pintar nuestras cortinas de azul fantasma para dejar los espíritus fuera, y cuyos embrujos estan hechos de crin de caballo y tierra. Así que estaba acostumbrado a lo inusual. Pero el Viejo Ravenwood, eso era otra cosa.

Camine hacia la puerta y vacilante puse la mano en el hierro destrozado. La puerta se abrió. Y entonces, no paso nada. Ningún trueno, ninguna combustión, ninguna tormenta. No sabia lo que esperaba, pero si había aprendido algo de Lena hasta ahora, era esperar lo inesperado, y a proceder con cautela.

Si alguien me hubiera dicho hace un mes que caminaría atraves de estas puertas, subiria esa colina, y pondria un pie en la tierra de los Ravenwood, le hubiera dicho que estaba loco. En un pueblo como Gatlin, donde puedes ver todo lo que viene, no había visto esto. La última vez, solo había llegado hasta las puertas. Mientras mas me acercaba, más fácil era ver como todo se estaba desmoronando. La gran casa, Ravenwood Manor, se veía igual a las estereotipadas plantaciones del Sur que la gente del Norte esperaba ver después de los años en películas como
Lo que el Viento se llevo.

La Ravenwood Manor era aun impresionante, al menos en gran escala. Flanqueada por palmas pequeñas y cipreses, se veía como si pudiera haber sido el tipo de lugar donde la gente se sentaba en el porche bebiendo juleps* (Coctel) de menta y jugando cartas todo el día, si no se estuviera cayendo a pedazos. Si no fuera Ravenwood.

Fue un renacimiento griego, lo cual era raro en Gatlin. Nuestro pueblo estaba lleno de estilo federal y casas de plantaciones, lo que hacia que Ravenwood destacara mas como el dolor en el pulgar que era. Grandes, blancas y rusticas columnas, con la pintura descascarada por los años de abandono, soportaban un techo que se inclinaba bruscamente hacia un lado, dando la impresión de que toda la casa estuviera inclinada como una anciana reumática (que sufre de artritis). La cubierta del porche estaba astillada y completamente separado de la casa, amenazaba con derrumbarse si te atrevías a poner tan siquiera un pie sobre ella. La hiedra era tan espesa en las paredes exteriores que en algunos lugares se hacia imposible ver las ventanas bajo ella. Como si la tierra se hubiera encargado de tragarse la casa, tratando de llevarla de vuelta, desapareciéndola en la misma tierra donde había sido construida.

Había un dintel, la parte de la viga que se encuentra sobre la puerta en algunos edificios realmente antiguos. Pude ver una especie de tallado en el dintel. Símbolos. Parecían como círculos y media lunas, tal ves las fases de la luna. Di un tentativo paso sobre la quejumbrosa escalera para verlos más de cerca. Yo sabía algo sobre dinteles. Mi madre había sido una historiadora de la Guerra Civil, y me los había señalado en nuestras innumerables peregrinaciones a cada sitio histórico a un día de camino de Gatlin. Ella decía que eran muy comunes en las viejas casa y castillos, en lugares como Inglaterra y Escocia. Los cuales eran algunos de los lugares de donde venían algunas de las personas de por aquí, bueno, antes de que fuesen de por aquí.

Nunca había visto uno con símbolos tallados en él antes, solo palabras. Esos eran mas como jeroglíficos, que rodeaban lo que parecía una sola palabra, en un idioma que no reconocía. Probablemente significaban algo para las generaciones de Ravenwood que vivían aquí antes de que el lugar se cayera a pedazos.

Tome aire y salte el resto de escalones del porche, dos a la vez. Calcule que aumentarían mis probabilidades de caer atraves de ellos un cincuenta porciento si solo tocaba la mitad de ellos.

Alcance el anillo de bronce suspendido de la boca de un león que servía como aldaba, y llame a la puerta. Toque una vez, otra vez. Ella no estaba en casa. Me había equivocado, después de todo.

Pero entonces la escuche, la melodía familiar.
Dieciséis lunas. Ella estaba aquí en alguna parte.

Golpee con el anillo de bronce sobre la puerta. Se quejo, y escuche un brusco salto de respuesta al otro lado de la puerta. Me prepare para ver a Macon Ravenwood, a quien nadie había visto en el pueblo, no en mi vida de todos modos. Pero la puerta no se abrió.

Mire el dintel, y algo me dijo que lo intentara. Quiero decir, ¿que era lo peor que podría suceder? ¿Qué la puerta no se abriera? Instintivamente, estire mi mano y toque el centro del tallado por encima de mi cabeza. La luna creciente. Cuando lo presione, pude sentir la madera dando paso bajo mi dedo. Era una especie de gatillo.

La puerta se abrió sin siquiera un sonido. Di un paso por el umbral. No había vuelta atrás ahora.

La luz inundaba las ventanas, lo que parecía imposible teniendo en cuenta que las ventanas en el exterior de la casa estaban completamente cubiertas por hiedra y escombros. Sin embargo, dentro estaba iluminado, brillante y de alguna manera nuevo. No habían muebles antiguos o cuadros de los Ravenwoods que habían vivido antes que el Viejo Ravenwood, ni reliquias de antes de la guerra. Este lugar se veía mas como una pagina de un catalogo de muebles. Mullidos sofás, sillas y mesas de cristal con libros apilados en ellas. Todo era tan suburbano, tan nuevo. Yo todavía esperaba ver el camión de reparto estacionado afuera.

"¿Lena?"

La escalera de caracol parecía llevar a un loft; se veía increíblemente alta, muy por encima del rellano del segundo piso. No podía ver la cima.

"¿Sr. Ravenwood?" pude escuchar el eco de mi propia voz contra el alto techo. No había nadie aquí. Al menos, nadie interesado en hablar conmigo. Escuche un ruido detrás de mí, y salte, casi tropezando con una silla de gamuza.

Era un perro negro azabache, o tal vez un lobo. Algún tipo de mascota de miedo, porque llevaba un pesado collar de cuero del cual colgaba una luna de plata que sonó cuando se movió. Se quedo mirándome como si estuviera planeando su próximo movimiento. Había algo extraño en sus ojos. Eran demasiado redondos, demasiado humanos.

El lobo-perro gruño y me enseño los dientes. El sonido se volvió alto y estridente, mas como un grito. Hice lo que haría cualquiera.

Corrí.

Me tropecé con la escalera antes de que mis ojos se hubieran adaptado a la luz. Continúe corriendo, por el camino de grava, lejos de la Ravenwood Manor, lejos de la aterradora casa con mascotas y esos extraños símbolos en la puerta, de vuelta a la segura, débil y real luz de la mañana. El camino seguía y seguía, serpenteando atraves de los bosques y los descuidados arboles sin cultivar, salvajes con zarzas y arbustos. No me importaba a donde llevara, siempre y cuando fuera lejos.

Me detuve y me incline, con las manos en las rodillas, mi pecho explotándose. Mis piernas eran de goma. Cuando levante la vista, vi una desmoronada pared de roca frente a mí. Apenas y podía ver la copa de los arboles al otro lado de la pared.

Olí algo familiar. Arboles de limón. Ella estaba allí.

Te dije que no vinieras.

Lo se.

Estábamos teniendo una conversación, salvo que no lo estábamos haciendo. Pero al igual que en clase, podía escucharla en mi cabeza, como si estuviera parada a mi lado susurrándome al oído.

Sentí que me movía hacia ella. Había un jardín amurallado, tal vez incluso un jardín secreto, como algo sacado del libro que mi madre había leído al crecer en Savannah. Este lugar debería ser realmente viejo. La pared de piedra estaba desgastada en algunos lugares y completamente rota en otros. Cuando me abrí paso entre la cortina de vid (planta de uva.) que ocultaba el viejo y podrido arco de madera, pude escuchar el bajo sollozo de alguien llorando. Mire a atraves de los arboles y arbustos, pero aun no podía verla.

"¿Lena?" nadie respondió. Mi voz sonaba extraña, como si no fuera mía, rebotando contra los muros de piedra que rodeaban el bosquecillo. Agarre el arbusto mas cercano a mi y arranque una rama. Romero. Por supuesto. Y en el árbol encima de mi cabeza, allí estaba: un perfecto y suave limón de un extraño color amarillo.

"Soy Ethan." Mientras los sollozos crecían, supe que me estaba acercando.

"Vete, te lo dije." Sonó como si tuviera un resfriado; ella probablemente había estado llorando desde que salió de la escuela.

"Lo se. Te he oído." Era verdad, y no podía explicarlo. Me acerque con cuidado alrededor del romero, tropezando con las raíces de maleza.

"¿En serio?" ella sonó interesada, momentáneamente confusa.

"En serio." Era como los sueños. Podía oír su voz, salvo que estaba aquí, llorando en un jardín escondido en medio de la nada, en vez de cayendo entre mis brazos.

Separe una gran maraña de ramas. Allí estaba, aovillada entre la hierba, mirando el cielo azul.

Ella tenía un brazo sobre su cabeza, y otro aferrado a la hierba, como si pensara que pudiera salir volando si se soltaba. Su vestido gris yacía en un charco a su alrededor. Su cara estaba llena de lágrimas.

"¿Entonces porque no lo hiciste?"

"¿Qué?"

"¿Irte?"

"Quería asegurarme de que estuvieras bien." Me senté a su lado, el suelo estaba sorprendentemente duro. Pase la mano por debajo de mi y descubrí que estaba sentado sobre una lisa losa de piedra plana, oculta por la tierra.

Justo cuando me acosté, ella se sentó. Me senté, y ella se acostó de nuevo. Torpes. Así eran todos mis movimientos, cuando estaba cerca de ella.

Ahora, los dos estábamos acostados, mirando el cielo azul. Que se estaba volviendo gris, el color del cielo de Gatlin durante la temporada de huracanes.

"Todos me odian."

"No todos. Yo no. ni Link, mi mejor amigo."

Silencio.

"Ni siquiera me conoces. Dale tiempo; probablemente me odiaras también."

"Casi te atropello ¿recuerdas? Tengo que ser amble contigo, así no harás que me arresten."

Era una mala broma. Pero allí estaba, la sonrisa mas pequeña que posiblemente había visto en mi vida. "Esta justo en la parte superior de mi lista. Te reportare a ese gordo hombre que se sienta en frente del supermercado todo el día." Volvió a mirar hacia el cielo. Yo la mire a ella.

"Dales una oportunidad. No todos son tan malos. Quiero decir, lo son, justo ahora. Solo están celosos. Lo sabes ¿verdad?"

"Si, seguro."

"Lo están." La mire, atraves de la alta hierba. "Lo estoy."

Ella sacudió su cabeza. "Entonces estas loco. No hay nada que envidiar, al menos que te guste almorzar solo."

"Has vivido en todas partes."

Ella se puso pálida. "¿Y entonces? Tu probablemente has ido a la misma escuela y vivido en la misma casa toda tu vida."

"Lo he hecho, ese es el problema."

"Créeme, ese no es un problema. Yo conozco de problemas."

"Has ido a lugares, visto cosas. Mataría por hacer eso."

"Si, todo sola. Tú tienes un mejor amigo. Yo tengo un perro."

"Pero no le temes a nadie. Actúas de la manera que quieres y dices lo que quieres. Todo el mundo aquí tiene miedo de ser ellos mismos."

Lena recogió un poco de mugre con su dedo índice. "A veces desearía actuar como todos los demás, pero no puedo cambiar lo que soy. Lo he intentado. Pero nunca uso la ropa correcta o digo las cosas correctas, y algo siempre sale mal. Solo desearía ser yo misma y todavía tener amigos que noten si estoy en la escuela o no."

"Créeme, ellos lo notaron. Al menos, lo hicieron hoy." Ella casi se rio—casi. "Quiero decir, de una buena manera." Mire hacia otro lado.

Yo lo noto.

¿Qué?

Si estas o no en la escuela.

"Entonces supongo que estas loco." Pero cuando dijo las palabras, sonó como si estuviera sonriendo.

Mirándola, no me importaba tener una mesa para almorzar nunca más. No podía explicarlo, pero ella era, esto era, más que eso. No podía sentarme y verlos destruirla. No a ella.

"Sabes, siempre es así." Ella le estaba hablando al cielo. Una nube flotaba en el oscuro gris-azul.

"¿Nublado?"

"En la escuela, para mi." Levanto su mano y la agito. La nube parecía arremolinarse en la dirección en que su mano se movía. Se seco sus ojos con su manga. "No es como si realmente me importara si les gusto. Solo quisiera que no me odiaran automáticamente." Ahora la nube era un círculo.

"¿Esos idiotas? En unos meses, Emily tendrá un auto nuevo y Savannah tendrá una nueva corona y Eden se teñirá su cabello de un nuevo color y Charlotte tendrá, no lo se, un bebé o un tatuaje o algo, y esto será historia antigua." Estaba mintiendo, y ella lo sabía. Lena agito su mano de nuevo. Ahora la nube se veía mas como un circulo ligeramente abollado, y entonces quizás una luna.

"Se que son idiotas. Por supuesto que son idiotas. Todo ese cabello teñido de rubio y todos esos bolsos metálicos que combinan."

"Exacto, son estúpidos. ¿A quien le importa?"

"A mi. Ellos me molestan. Y por eso soy estúpida. Eso me hace exponencialmente más estúpida que estúpida. Soy una estúpida con el poder de la estupidez." Ella agito su mano. La luna voló lejos.

"Esa es la cosa mas estúpida que he oído." La mire por el rabillo del ojo. Ella trataba de no sonreír. Ambos simplemente nos quedamos allí por un minuto.

"¿Sabes que es estúpido? Tengo libros bajo mi cama." Acababa de decirlo, como si fuera algo que dijera todo el tiempo.

"¿Qué?"

"Novelas. Tolstoy. Salinger. Vonnegut. Y los leo. Ya sabes, porque me gustan."

Ella se dio la vuelta, apoyando su cabeza en el codo. "¿Si? ¿Qué piensan tus atléticos amigos sobre ello?"

"Digamos que me lo guardo para mi mismo."

"Si, bueno. En la escuela, me di cuenta que te gustan los comics." Ella trataba de sonar casual. "Silver Surfer. Te vi leyéndolo. Justo antes de que todo pasara."

¿Lo notaste?

Podría haberlo echo.

No sabia si estábamos hablando, o si solo me estaba imaginando todo, salvo que no estaba tan loco—todavía.

Ella cambio el tema, o más exactamente, regreso al anterior. "Yo también leo. Poesía mas que todo."

Podía imaginármela tendida en su cama leyendo un poema, aunque tenia problemas para imaginarme esa cama en Ravenwood Manor."¿Si? he leído a este tipo, Bukowski." Lo cual era verdad, si dos poemas contaban.

"Tengo todos sus libros."

Sabía que ella no quería hablar de lo que había sucedido, pero no podía soportarlo mas. Tenia que saberlo. "¿Va a contármelo?"

"¿Contarte que?"

"¿Qué fue lo que paso?"

Hubo un largo silencio. Se sentó y alejo la hierba a su alrededor. Se dejo caer sobre su estomago y me miro directamente a los ojos. Ella estaba a solo unos centímetros de mi cara. Me quede allí, congelado, tratando de concentrarme en lo que decía. "Realmente no lo se. A veces solo me pasan cosas como esa. No lo puedo controlar."

"Como los sueños." La mire a la cara, buscando tan siguiera un parpadeo de reconocimiento.

"Como los sueños." Ella lo dijo sin pensar, luego se estremeció y me miro, arrepentida. Yo había estado en lo cierto.

"Tu recuerdas los sueños."

Escondió su cara en sus manos.

Me senté. "Sabia que eras tu, y tu sabias que era yo. Sabias de lo que estaba hablando todo el tiempo." Aleje sus manos de su cara para verla, y un zumbido recorrió mi brazo.

Tú eres la chica.

"¿Por qué no dijiste nada anoche?"

No quería que lo supieras.

Ella no me miraba.

"¿Por qué?" la palabra resonó en el silencio del jardín. Y cuando me miro, su cara estaba pálida, y se veía diferente. Asustada. Sus ojos eran como el mar antes de una tormenta en la costa de Carolina.

"No esperaba que estuvieras aquí, Ethan. Pensé que era solo un sueño. No sabia que eras una persona real."

"Pero cuando supiste que era yo, ¿Por qué no dijiste nada?"

"Mi vida es complicada. Y no quería que tu—no quiero que nadie se mezcle en ella." No tenia ni idea de lo que estaba hablando. Todavía estaba tocando su mano; estaba tan consciente de ello. Pude sentir la rugosa roca bajo nosotros, y me agarre del borde de ella, sosteniéndome a mi mismo. Solo que mi mano se cerró alrededor de algo pequeño y redondo, atrapado en el borde de la piedra. Un escarabajo, o tal vez una piedra. Salió de la piedra hacia mi mano.

Entonces la impresión me golpeo. Sentí la mano de Lena apretarse alrededor de la mía.

¿Qué esta pasando, Ethan?

No lo se.

Todo cambio a mí alrededor, y fue como si estuviera en otro lugar. Estaba en el jardín, pero no en el jardín. Y el olor de los limones cambio, a olor a humo.
__
Era medianoche, pero el cielo estaba en llamas. Las llamas alcanzaban el cielo, impulsando masivos puños de humo, tragándose todo a su paso. Incluso la luna. El suelo se había convertido en pantano. Las cenizas de lo que se quemaba empapaba la tierra como lluvia que venia del fuego. Si solo hubiera llovido hoy. Genevive trago el humo que quemo su garganta hasta que le dolía respirar. El barro se aferraba a la parte inferior de su falda, haciéndola tropezar cada pocos metros con los voluminosos pliegues de tela, pero se obligaba a si misma a seguir moviéndose.

Era el fin del mundo. De su mundo.

Y ella podía oír los gritos, mezclados con los disparos y el incesante rugido de las llamas. Podía oír a los soldados gritar las ordenes para asesinar.

"Quemen esas casas. Que los Rebeldes sientan el peso de su derrota. ¡Quémenlo todo!"

Y una por una, los soldados de la Unión encendían las grandes casas de plantación, con sus propias cargas de keroseno, sabanas de cama y cortinas. Una por una, Genevive veía las casas de sus vecinos, de sus amigos y familia, entregándose a las llamas. Y en las peores circunstancias, muchos de esos amigos y familiares se rendian también, siendo comidos vivos por las llamas en las casas en las que habían nacido.

Eso era por lo que corría, entre el humo, hacia el fuego—justo hacia la boca de la bestia. Ella tenía que llegar a Greenbrier antes que los soldados. Y no tenía mucho tiempo. Los soldados eran metódicos, trabajaban a su manera para quemar las casa de Santee una por una. Ya habían quemado Blackwell; Dove's Crossing era la siguiente, luego Greenbrier y Ravenwood. El General Sherman y su ejercito habían iniciado la campaña de quema cientos de kilómetros antes de llegar a Gatlin. Habían quemado a Columbia hasta la tierra, y continuaban marchando hacia el este, quemando todo a su paso. Cuando alcanzaran las afueras de Gatlin las banderas de la Confederación continuarían agitándose, el segundo viento que necesitaban.

Fue el olor lo que le dijo que era muy tarde. Limones. El acido olor de los limones mezclado con las cenizas. Ellos estaban quemando los arboles de limones.

La madre de Genevive amaba los limones. Así que cuando su padre visito una plantación en Georgia cuando era niña, le había traído a su madre dos arboles de limones. Todo el mundo dijo que no crecerían, que el frio de las noches de invierno en Carolina del Sur los mataría. Pero la madre de Genevive no los escucho. Ella planto los arboles justo en frente de la plantación de algodón, cuidándolos ella misma. En las frías noches de invierno, cubría los arboles con mantas de lana y apilaba tierra en los bordes para mantener fuera la humedad. Y los arboles crecieron.

Crecieron tan bien atraves de los años, que el padre de Genevive le trajo veintiocho arboles mas. Algunas de las otras damas del pueblo le pidieron a sus esposo arboles de limones, y algunas de ellas incluso tenían un árbol o dos. Pero ninguna logro descubrir como mantener los arboles con vida. Los arboles solo parecían florecer en Greenbrier, en las manos de su madre.

Nada había sido capaz de matar esos arboles. Hasta hoy.

"¿Qué acaba de suceder?" sentí como Lena alejaba de un tirón su mano de la mía, y abrí mis ojos. Ella temblaba. Mire hacia abajo y abrí mi mano para revelar el objeto que había agarrado inadvertidamente de debajo de la piedra.

"Creo que tiene algo que ver con esto." Mi mano se había acurrucado alrededor de un viejo y maltratado camafeo, negro y ovalado, con la cara de una mujer grabada en marfil y perla. El trabajo en su cara era complicado y detallado. En un lado, descubrí una pequeña protuberancia. "Mira, creo que es un relicario."

Empuje la protuberancia, y el camafeo se abrió para revelar una pequeña inscripción. "Solo dice Greenbrier. Y una fecha."

Ella se sentó. "¿Qué es Greenbrier?"

"Debe ser esto. Esto no es Ravenwood. Es Greenbrier, la plantación de al lado."

"Y esa visión, el fuego, ¿Lo viste también?"

Asentí. Era demasiado horrible para hablar de ello. "Esto debe ser Greenbrier, lo que da de ello, de todos modos."

"Déjame ver el relicario." Se lo entregue con cuidado. Se veía como algo que había sobrevivido a mucho—incluso tal vez el incendio de la visión. Le dio la vuelta en sus manos. "Febrero 11, 1865."

Dejo caer el relicario, palideciendo.

"¿Qué esta mal?"

Ella miro hacia abajo, a la hierba. "El once de Febrero es mi cumpleaños."

"Así que es una coincidencia. Y un regalo de cumpleaños por adelantado."

"Nada en mi vida es una coincidencia."

Cogí el medallón y le di la vuelta. En la parte trasera había dos pares de iníciales grabadas. "ECW & GKD. Este relicario debió pertenecer a uno de ellos." Hice una pausa. "Eso es extraño. Mis iníciales son ELW."

"Mi cumpleaños, tus iníciales. ¿No crees que es un poco mas que extraño?" tal vez tenia razón. A no ser que—

"Debemos intentarlo de nuevo, para que podamos descubrirlo." Era como un anhelo que tenía que tachar.

"No lo se. Podría ser peligroso. Realmente sentí como si estuviera allí. Mis ojos todavía me arden por el humo." Tenía razón. No habíamos dejado el jardín, pero se había sentido como si estuviéramos allí en medio del incendio. Podía sentir el humo en mis pulmones, pero no importaba. Tenia que saberlo.

Sostuve el medallón en mi mano. "Vamos, ¿No eres mas valiente que eso?" era un desafío. Ella hizo girar sus ojos, pero tomo mi mano al mismo tiempo. Sus dedos rozaron los mios, y sentí el calor se su mano propagándose hacia la mía. Se me puso la piel de gallina. No se de que otra forma describirlo.

Cerré mis ojos y espere—nada. Abrí mis ojos. "Tal vez solo lo imaginamos. Tal vez se le acabaron las baterías."

Lena me miro como si fuera Earl Petty en Algebra, por segunda vez. "Tal vez no le puedes decir a algo como esto que hacer, o cuando hacerlo." Se puso de pie y se sacudió. "Me tengo que ir."

Hizo una pausa, mirándome. "Sabes, no eres lo que esperaba." Se dio la vuelta y comenzó a buscar su camino de vuelta atraves de los arboles de limón, hacia el otro lado del jardín.

"¡Espera!" La llame, pero ella siguió su camino. Trate de alcanzarla, tropezando con las raíces.

Cuando alcanzo el último árbol de limón, se detuvo. "No."

"¿No que?"

Ella no me miraba. "Solo déjame sola, mientras todo sigua bien."

"No entiendo de que estas hablando. En serio. Estoy intentándolo."

"Olvídalo."

"¿Crees que eres la única persona complicada en el mundo?"

"No. pero—es mi especialidad." Se volvió a ir. Dude, y puse mi mano sobre su hombro. Estaba caliente por el desaparecido sol. Pude sentir el hueso bajo su camisa, y en ese momento ella parecía frágil, como en los sueños. Lo que era extraño, porque cuando me miraba, todo lo que podía pensar era en lo fuerte que se veía. Tal vez tenía algo que ver con sus ojos.

Nos quedamos así por un momento, hasta que finalmente se rindió y se dio la vuelta. Lo intente de nuevo. "Mira. Algo esta pasando aquí. Los sueños, la canción, el olor, y ahora el medallón. Es como si debiéramos ser amigos."

"¿Acabaste de decir el olor?" se veía horrorizada. "¿En la misma oración que la palabra amigos?"

"Técnicamente, creo que fue una frase diferente."

Ella miro fijamente mi mano, y la quite de su hombro. Pero no podía dejarla ir. La mire directamente a los ojos, realmente la mire, tal vez por primera vez. El abismo verde parecía estar tan lejos que no podía alcanzarla, ni siquiera en toda una vida. Me pregunte lo que la teoría de Amma "
los ojos son la ventana del alma" haría con esto.

Es demasiado tarde, Lena. Ya eres mi amiga.

No puedo serlo.

Estamos en esto juntos.

Por favor. Tienes que creerme. No lo estamos.

Ella rompió el contacto con mis ojos, apoyando su cabeza en el árbol de limón. Se veía triste. "Se que no eres como el resto de ellos. Pero hay cosas que no puedes entender sobre mí. No se como conectamos de la forma que lo hicimos. No se porque tuvimos el mismo sueño, no mas que tu."

"Pero quiero saber que esta pasando—"

"Cumpliré dieciséis en cinco meses." Levanto su mano, entintada con un número como de costumbre. 151. "Ciento cincuenta y un días." Su cumpleaños. Los números cambiantes que escribía en su mano. Ella estaba haciendo una cuenta regresiva de su cumpleaños.

"No sabes lo que significa, Ethan. No sabes nada. Puede que ni siquiera este aquí después de eso."

"Estas aquí ahora."

Ella miro mas allá de mi, hacia Ravenwood. Cuando finalmente hablo no me estaba mirando. "Te gusta ese poeta, Bukowski?"

"Si." Respondí, confundido.

"No lo intentes."

"No lo entiendo."

"Eso es lo que dice, en la tumba de Bukowski." Ella desapareció atraves de la pared de piedra y se había ido. Cinco meses. No tenia ni idea de lo que estaba hablando, pero reconocí ese sentimiento en mi estomago.

Pánico.

En el momento en que atravesé la puerta en la pared, ella había desaparecido como si nunca hubiera estado allí, dejando solo la brisa que flotaba con olor a limones y romero detrás de ella.

Lo curioso era, que mientras mas corriera, más decidido estaba a seguirla.

No lo intentes.

Estaba bastante seguro que mi tumba diría algo diferente.

LEE EL CAPITULO 8 MAÑANA AQUI EN EL BLOG DE CATY ; )

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